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Un gremio que no tiene fronteras

2 de febrero, 2017
Siguiendo con la tradición y con el ejemplo del Sindicato de Peones de Taxis, los compañeros de la Parada de Ezeiza emprendieron un viaje solidario para colaborar con más de 200 familias indígenas que viven en condiciones muy precarias en Brea Pozo, un pequeño pueblo de Santiago del Estero.
* Se encontraron con una triste realidad y soportaron días de intenso calor, pero volvieron con ganas de seguir trabajando.


Que el taxista es una persona solidaria no es noticia. Sin embargo, hay acciones que enorgullecen a quienes conducen los destinos de la organización sindical y pocos las conocen.
Este es el caso de los compañeros de la Parada de Ezeiza, que trabajan durante todo el año en un proyecto cuyo objetivo es ayudar a los demás.
Recolectan alimentos no perecederos, ropa, útiles escolares, frazadas y otros artículos; que luego seleccionan y transportan en sus autos para colaborar con los que menos tienen.
Según comentaron los protagonistas de esta historia, la iniciativa surgió luego de una inundación en Villa Paranacito. Varios compañeros se acercaron para ofrecer ayuda y tras dialogar con los lugareños decidieron alquilar varias lanchas para recorrer casa por casa. Así, pasaron durante días más de 10 horas embarcados y lograron cumplir el objetivo de repartir ropa y alimentos para toda la gente que por culpa del agua habían perdido todo.
La historia continuó al igual que el compromiso: prometieron volver con más mercadería y así lo hicieron...
Cuentan que gracias a la tecnología, un día les llega por Internet un video con un pedido de ayuda de un pueblo remoto de Santiago del Estero llamado Brea Pozo. Allí, los habitantes se las ingenian para poder sobrevivir, no tienen agua potable, y no reciben ayuda de ningún tipo. Es por eso que decidieron emprender un viaje hasta el lugar. Previamente juntaron mercadería y en el camino se encontraron con compañeros taxistas de Córdoba que se unieron en la travesía.
“Fueron casi 18 horas de ida, 14 de vuelta, todos los que viajamos volvimos llorando porque estando allá nos dimos cuenta que lo que llevamos no alcanza. Pensamos volver pero en micro porque es un viaje demasiado largo para hacer en los autos”, comentaron los compañeros y agregaron que “se trató de una experiencia inolvidable para cada uno de nosotros, una cosa es contarlo y otra muy diferente es vivirlo: fue muy duro ver a una mujer recorrer 15 kilómetros en burro para llevarse tres leches larga vida”.
De más está decir que este tipo de acciones enorgullecen no solo a los protagonistas, sino a todo el gremio.
Los compañeros de la parada de Ezeiza pensaron en grande; no van a cambiar el mundo pero seguramente su granito de arena aportó para que los habitantes de Brea Pozo vivan un poco mejor. Volvieron cansados, pero felices...Objetivo logrado y aseguran que van por más...
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